La Isla del Coco: un tesoro marino por conservar
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OneBlog, Fundación OneSea, Costa Rica
Para la conservación marina, uno de los puntos más relevantes se ubica en Costa Rica. La Isla del Coco o “la isla de los tiburones” es un espacio esencial para la vida marítima global y para la conservación, dispersión y conectividad de especies endémicas y migratorias, muchas de ellas en peligro de extinción, como lo son su especie estrella: los tiburones.
Así, desde el gobierno pasado, Costa Rica saltó a los titulares al comprometerse en aumentar la protección de las aguas que rodean el Parque Nacional de la Isla del Coco.
Pero en realidad, las cosas son mucho más complicadas.
Complicaciones para la Isla de los tiburones
En diciembre de 2021, la isla fue noticia ambiental: “Costa Rica ampliaría el Parque Nacional de la Isla del Coco 27 veces su tamaño original”. Con ello, los tiburones de Costa Rica, en peligro de extinción podrían así comenzar un proceso de conservación, asegurado con sus rutas migratorias hacia las Galápagos y otras zonas protegidas de la caza furtiva, la sobrepesca y la contaminación.
Así la isla se unió con el Área Marina de Gestión del Bicentenario (BMMA), resultando con una ampliación que protege más de 62.000 millas cuadradas.
Pero los muchos esfuerzos de protección marina en torno a la isla del Coco, han tenido sus altos y bajos en el proceso. La creación de esta planificación de recursos marinos, ha sido desafiante por las condiciones de presupuesto, burocracia y problemáticas socio ambientales alrededor del contexto.
Entre los principales retos para asegurar la conservación de la zona, resalta la pesca ilegal.
“Desde OneSea conocemos que Costa Rica se ha consolidado como el quinto país exportador de aletas de tiburón en el mundo. Este tipo de práctica representa la tercera parte de las capturas pesqueras del país”.
Ante esta coyuntura se le suman las limitaciones que tienen las personas del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) de la zona: los guardas carece de elementos básicos como un suministro constante de combustible para sus lanchas patrulleras, por lo que, aunque detecten a algunos furtivos, normalmente no pueden atraparlos, y mucho menos perseguir a los buques pesqueros industriales.
Además podemos incluir el preocupante escenario del calentamiento del mar debido al cambio climático, los vertidos de petróleo y la contaminación por plásticos, que ponen en una situación de vulnerabilidad a las especies que habitan el área protegida.
La esperanza por mares vivos
Es un gran reto comprobar la eficacia de las medidas que se están implementando para consolidar las áreas protegidas, cuando todavía las investigaciones son limitadas en reservas marinas. Esto dificulta la recopilación de más datos sobre sus abundantes criaturas marinas, para poder determinar cómo proteger eficazmente sus hábitats.
Actualmente, Costa Rica se comprometió a colaborar con la organización MarViva para reforzar la investigación y la vigilancia en la isla del Coco; con esto se firmó un acuerdo de cinco años con WildAid, un grupo conservacionista estadounidense que ayudará a implantar una mejor vigilancia en las zonas marinas.
El Estado ahora se enfrenta a la creación de un plan de gestión para dichas reservas, por esto urgimos al gobierno y organizaciones a crear un diálogo asertivo y plantear las necesidades para la construcción de una adecuada hoja de ruta. El compromiso es con los mares, la biodiversidad, los costarricenses y el planeta.
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