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Una vez más la historia se repite y Costa Rica, vuelve a lucir sus peores posturas a nivel internacional, frente a la conservación del medio ambiente. En este caso específico, el océano y la población de tiburón martillo. Al igual que hace un año en febrero del 2017, el sector empresarial pesquero nacional, retoma los desesperados intentos para obtener permiso de exportar más de 10 toneladas de aletas de tiburón martillo que se encuentran almacenadas desde el 2015, en la provincia de Puntarenas.

En aquél entonces, se estimó que solo ese año, se descargaron 4.5 toneladas de aletas de tiburón martillo en Puntarenas, procedentes de 340 descargas.  Se calcula que en promedio, cada barco descargó entre 5 y10 kgs, pero se estima que algunos descargaron por su cuenta hasta 466 kilos.  Según expertos, si cada aleta de tiburón martillo adulto pesa alrededor de 1 kilo, podríamos deducir que se sacrificaron unos 8,000 animales para desprender sus aletas y eventualmente exportarlas a Hong Kong. Esta situación llevó al gobierno costarricense a prohibir su exportación a partir del 1 de marzo del 2015, como parte de sus obligaciones como miembro de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES)

Aleta de Tiburón, un Codiciado Manjar

Se estima que más 73 millones de tiburones son capturados cada año por sus aletas y luego son dejados en el mar para que mueran. Alrededor del mundo, estas son usadas principalmente en la elaboración de lujosos alimentos, como por ejemplo en algunos países asiáticos, donde el consumo de sopa de aleta es motivo de distinción social. Un kilo de aleta de tiburón puede alcanzar fácilmente los 200 dólares estadounidenses.

Población de tiburón martillo disminuyó un 90%

Con las lucrativas ganancias que se podrían obtener de un negocio calculado en unos 45 millones de dólares por año, no es de extrañar que los empresarios presionen al Estado Costarricense, para que através de Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (INCOPESCA), obtenga el permiso de exportar las más de 10 toneladas, adquiridas de forma ilegal, ya que según manifiestan las autoridades, fue después de que se diera la prohibición de marzo del 2015. Sin embargo, las intenciones de los empresarios ha encontrado una fuerte oposición tanto por la población nacional como internacional, sumando a la fecha más de 12 mil personas y 22 ONG’s de todo el mundo, que presionan al gobierno costarricense para que detenga cualquier intento de exportación.

Irónicamente, Costa Rica no solo es miembro de CITES, sino que además en el 2013, Costa Rica, apoyó la inclusión del tiburón martillo (Sphyrna lewini) y del sedoso (Carcharhinus falciformis) en el Apéndice II de CITES, lo que no da para entender cómo ahora se pretende autorizar dicha exportación. Sin embargo, esta no es la primera vez que el gobierno Costarricense y sus mandatarios se ven envueltos en polémicas ambientales.

Recientemente, cometamos sobre la lucha interna que damos los sectores ambientalitas contra la posición del Estado de permitir la pesca de arrastre. Además, a nivel internacional ya hemos sido señalados en el pasado. En el 2006, la organización SharkProject nombró al entonces presidente de Costa Rica, Abel Pacheco, como “enemigo” de los tiburones y en el 2016 el presidente Luis Guillermo Solís, obtuvo el mismo nombramiento.

Según las regulaciones de la CITES, para que las toneladas de aleta de tiburón martillo obtengan el visto de bueno de INCOPESCA y puedan ser desalmacenadas de las naves de Inversiones Cruz S.A, el Estado costarricense debe mediante estudios científicos comprobar que sí es posible extraer tiburones martillo de su entorno natural sin poner la población de la especie en peligro, pero esto no ha sido así. Caso contrario al Consejo de Representantes de Autoridades Científicas (CRAC-CITES), el cual realizó estos estudios y determinó que la exportación de aletas de tiburón iba en detrimento de la supervivencia de la especie, según la Ley de Conservación de Vida Silvestre del país. Entre agosto de 2015 y marzo de 2017, CRAC-CITES reevaluó el tema y volvió a determinar que no era posible exportar aletas de forma sostenible.

Como costarricenses tenemos que prestar mucha atención a este y todos los casos que se están moviendo dentro de nuestras fronteras y unirnos para proteger al medio ambiente y los ecosistemas marinos. Si desea ser parte de esta y otras importantes luchas contacte a OneSea.org y ayúdenos a proteger a los tiburones martillo y nuestros océanos.

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