En OneSea sabemos la necesidad de posicionar en la agenda climática a las Áreas Marinas Protegidas, ya que son una herramienta que puede hacer frente a los impactos humanos sobre la vida marina, si están bien diseñadas y aplicadas. De hecho, del 8,22 % de los océanos actualmente catalogados como protegidos y conservados, más del 99 % de esa superficie se encuentra dentro de AMP, y el resto en las mencionadas “Otras Medidas Efectivas de Conservación basadas en áreas”.

Las OECM se establecen principalmente para apoyar a las comunidades indígenas y locales que dependen de un entorno marino saludable. Este modelo de gestión fue incluido en el objetivo mundial de conservación y protección del medio marino para 2010-2020, pero apenas se han usado, ya que muchos gobiernos no tenían clara su definición, ni su aplicabilidad a los entornos marinos.

Por definición, las OECM deben lograr resultados positivos y sostenidos a largo plazo para la conservación in situ de la biodiversidad y al hacerlo, ofrecen algunas ventajas potenciales sobre otros enfoques. Por ejemplo, estas pueden estar regidas por una serie de autoridades y acuerdos, desde los gobiernos nacionales y hasta las comunidades locales, fomentando la equidad y la inclusión de diversos valores, conocimientos y formas de lograr la conservación. También tienen el potencial de promover la colaboración multisectorial para hacer frente a las amenazas a la biodiversidad; por ejemplo, los sectores de la pesca y el transporte marítimo podrían colaborar para mitigar el riesgo para las especies en una región específica.