La vulnerabilidad de nuestros océanos es cada vez más evidente y tal como lo hemos divulgado en repetidas ocasiones, los esfuerzos que algunos Estados y gobiernos del planeta por protegerlos no está siendo suficiente para detener su deterioro, ni tan siquiera para disminuirlo.
Entre los principales fenómenos a los que científicos y ambientalistas de todo el mundo han prestado mayor cuidado, sobresalen el cambio climático, la acidificación y contaminación con toneladas de plástico que llegan hasta las mares. Sin embargo, existe un problema el cual ha sido descuidado por el planeta y es la pérdida de oxígeno que está asfixiando a los ecosistemas marinos. Por esa razón, un grupo de científicos de todo el mundo conformaron desde el 2016, la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO y en enero del 2018, presentaron su primer y preocupante informe, publicado en la revista Science.
Obviamente y según confirman los científicos, la principal causa de la pérdida de oxígeno en los océanos son las actividades humanas, cuadriplicando las llamadas zonas muertas en mar abierto, registradas desde 1950 y en 10 veces las zonas muertas en áreas costeras. En estas zonas la vida marina no puede sobrevivir por las bajas o nulas cantidades de oxígeno. Por lo tanto, las especies se ven obligadas a migrar o a veces no tienen ni tiempo de reaccionar, muriendo ahogadas.
Según explican los científicos de la Comisión, la enorme cantidad de desechos orgánicos, los nutrientes, las aguas residuales, fertilizantes y agroquímicos que caen en los ríos y llegan hasta los mares, son los principales responsables de las zonas muertas en las costas, mientras el cambio climático y el aumento en las temperaturas del océano son los elementos que afectan en aguas abiertas, ya que las aguas cálidas tienen menor capacidad para almacenar oxígeno.
Latinoamérica cuenta con al menos 27 zonas hipóxicas registradas desde el cono sur hasta el Caribe, siendo liderado por Brasil, con un total de 7 zonas muertas a lo largo de su línea costera. Además, costas de Australia, Japón, Sudáfrica, Portugal, España y, en general, las del norte de Europa, el este de EE. UU y Canadá, también muestran niveles de oxígeno disuelto inferiores a 2 mg/L en sus aguas superficiales, cuando los valores ideales para la vida de invertebrados y vertebrados marinos deberían ser superiores a 5 mg/L. La zona muerta más grande del planeta se encuentra a unos kilómetros al norte de Cuba.
En busca de soluciones
Según manifestaron algunos de los autores principales en la publicación, los gobiernos tienen que fortalecer sus acciones y buscar revertir los daños en las costas locales, pero el problema se complica muchísimo más en mar abierto, ya que cerca del 67% de la superficie marina no tiene dueño, por lo que encontrar la forma de protegerla depende de un esfuerzo global y diplomático, el cual, no siempre es fácil de alcanzar, en especial con las recientes posiciones asumidas por el gobierno estadounidense, país considerado entre los principales generadores de gases de efecto invernadero.
A pesar de este poco alentador panorama, los científicos insisten en que aun estamos a tiempo para detener este y la gran mayoría de fenómenos ambientales que están enfermando al planeta, pero al ser estos consecuencias directas de la mano del hombre, la responsabilidad es estrictamente nuestra. Por lo tanto, tenemos que unirnos todos y mejorar nuestros hábitos diarios, buscando minimizar nuestra huella ambiental y procurar sembrar esa semilla en nuestros vecinos, amigos, familiares y presionar a nuestro Estado en fortalecer sus políticas ambientales. Los océanos son el pulmón del planeta y no podemos dejar que se asfixien.