Manglares: un aliado para la conservación del océano
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OneBlog, Fundación OneSea, Costa Rica
En las últimas décadas las costas de nuestros mares han presentado un alto grado de vulnerabilidad ante las crisis climática, afectando especialmente a regiones del Sur Global, que cuentan con dificultades para el financiamiento de la mitigación y adaptación a los riesgos climáticos.
Ante un escenario crítico en cuanto a los cambios en los ecosistemas marinos y costeros, las soluciones basadas en la naturaleza son esenciales para la resiliencia ambiental.
Los manglares han surgido como uno de los grandes aliados para los riesgos de desastres y restauración ecosistémica de comunidades costeras y su relevancia crece conforme más aprendemos de ellos.
La realidad de los manglares
En Costa Rica, los manglares se han encontrado con problemáticas, tanto por proyectos de desarrollo inmobiliario, como por la contaminación de los mismos. Según el Estado de la Nación, más del 70 % de los manglares costarricenses han sido destruidos.
Pero con el trabajo de guardaparques, científicos y comunidades costeras, se ha dado un gran cambio para llegar a valorarlos como los ecosistemas extraordinariamente diversos e importantes que son.
Según el Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (CIMAR), los manglares son árboles y arbustos que se posan sobre el agua con sus raíces puntales. Estos crecen en los márgenes costeros, donde la tierra se encuentra con el agua. Están especialmente adaptados a suelos con poco oxígeno y aguas salobres, condiciones que matarían a otros árboles, estos sólo crecen en las regiones tropicales y subtropicales del mundo, como Costa Rica.
En nuestro país, dichos ecosistemas ocupan alrededor de 50,000 hectáreas de la costa del Pacífico y del Caribe, lo que representa alrededor del 2% del territorio del país.
Los manglares proporcionan infraestructuras naturales y protección a las comunidades cercanas, al evitar la erosión y absorber los impactos de las mareas durante fenómenos meteorológicos extremos: como los huracanes.
Por otra parte, los complejos sistemas radiculares de los manglares filtran los nitratos, fosfatos y otros contaminantes del agua, siendo purificadores naturales para este recurso que fluye de los ríos, al medio estuarino y oceánico.
Desde OneSea conocemos que los manglares, las praderas marinas y los arrecifes de coral funcionan como un sistema único que mantiene sanas las zonas costeras. Estos funcionan dentro de un sistema biológico para mantener la ecología oceánica. Así, los manglares, las praderas marinas y los arrecifes de coral se encuentran a menudo juntos y actúan de forma coordinada. Los árboles atrapan sedimentos y contaminantes que de otro modo fluirían hacia el mar. Las praderas marinas constituyen una barrera adicional contra el cieno y el lodo que podrían asfixiar a los arrecifes. A su vez, los arrecifes protegen las praderas marinas y los manglares de las fuertes olas del océano. Sin manglares, este ecosistema increíblemente productivo se colapsaría.
Un paso hacia el futuro de la conservación marina
Costa Rica ha dado un gran paso para la protección de estos ecosistemas, el pasado 9 de febrero, el SINAC presentó el primer “Mapa de ecosistemas de manglar”, una herramienta construida para impulsar el diseño de estrategias de conservación, cuantificación de carbono y rehabilitación/restauración de los manglares.
En OneSea celebramos este hito, ya que es necesario para no solo fortalecer la parte ambiental, sino también la dimensión socioeconómica por medio de la economía azul que estos ecosistemas pueden brindar a sus comunidades.
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