Un acercamiento a nuestra historia natural para conservar nuestros mares
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OneBlog, Fundación OneSea, Costa Rica
Con entornos, hábitats y poblaciones cambiantes, las recolecciones históricas nunca pueden duplicarse con exactitud. A medida que avanza la tecnología, pueden obtenerse nuevos tipos de datos sobre el ecosistema marino, en un lugar y una época.
Este registro histórico proporciona una base de referencia de la biodiversidad que permite a los investigadores seguir los cambios geográficos y temporales de las especies y comunidades, y correlacionar esos patrones con cambios naturales o antropogénicos en el medio ambiente, como el cambio climático y la contaminación. Los especímenes adquieren más valor con el paso del tiempo.
La historia natural de nuestros mares
No hace mucho se consideraba que los océanos del mundo eran enormes masas de agua, con inagotables recursos para aprovechar o para que el ser humano tuviera un impacto considerable sobre ellos.
Esta concepción se puede rastrear a la primera Exposición Internacional de Pesca en 1883, que abrió con la frase: “todas las grandes pesquerías son inagotables”.
A partir de esta percepción de nuestros bienes comunes marinos, la globalización, las industrias y la ciencia, construyeron las formas de relacionarnos con las costas y mares. Una relación que nos llevó a una sobrepesca desenfrenada y a la disminución del tamaño de los peces de importancia comercial; al aumento de la temperatura del agua e incluso a olas de calor marinas que desorganizan los ecosistemas y empujan a las poblaciones de peces y crustáceos hacia aguas más profundas.
La historia natural nos permite explorar las realidades del cambio en nuestros océanos, nos da herramientas para comprender los relatos históricos que referencian tiempos de abundancia y paisajes con distintas dinámicas a las que vivimos.
Revisar estos cambios en nuestras sociedades conlleva un cambio de paradigma, que se conoce como el “síndrome de las líneas de base cambiantes”: la noción de que generaciones de declive medioambiental han oscurecido constantemente nuestra visión de la plenitud pasada y nos han dejado pensando que las condiciones ecológicas en las que hemos crecido son normales. El peligro de esta perspectiva es que nos volvemos más dispuestos a aceptar el mundo tal como es sin saber nunca lo que fue. Con un planeta degradado como punto de partida, nuestras aspiraciones de conservación ya están “cojeando”.
La importancia emergente de la historia de nuestros ecosistemas, recae en la necesidad por conservar el mundo natural y permitir su restauración. Las pesquerías actuales, por ejemplo, siguen siendo gestionadas en gran medida registros de la segunda mitad del siglo XX. Pero cada vez son más los trabajos que demuestran que la vida marina ya estaba en peligro mucho antes de esa época. Hoy en día, los investigadores pueden retroceder siglos e incluso milenios para construir una comprensión más precisa de unos océanos sanos y resilientes.
Costa Rica y su historia con el mar
La relación con el territorio que hoy es Costa Rica y sus mares, se remonta hasta la época precolombina. Sociedades cacicales en el norte y sur del país aprovechaban sus bienes marinos en la dieta, en los materiales de trabajo y hasta como elementos de sus formas de entender el mundo.
Dichas formas de relacionarse con estos ecosistemas han cambiado conforme pasa el tiempo, pero la industrialización de la pesca ha ocasionado impactos irreversibles que solo benefician a pocos y nos afectan a todos.
En Costa Rica, históricamente se ha utilizado para la captura industrial de camarón en puntos estratégicos, como el Golfo de Nicoya, un ecosistema, que según expertos, ya tiene grandes impactos en su ecología por las prácticas de arrastre en la zona, realizadas entre el periodo 1991 – 1999.
La historia nos permite ver los efectos que dejó dicha práctica en el Golfo, que hoy se encuentra en tensiones ecológicas tanto por el desarrollo turístico y la acidificación de sus aguas como por el calentamiento del océano.
Por esto desde OneSea sabemos que para hacer frente a la actual crisis medioambiental, necesitamos ciudadanos conocedores del enorme impacto de la actividad humana en los entornos marinos y de la intrincada relación entre los océanos, las personas y las sociedades. Existe una “necesidad de integrar las humanidades en la alfabetización y la gestión de los océanos”, la comunicación, charlas e investigaciones sobre la historia de los océanos son fundamentales para cumplir este objetivo. Además, podría ser una plataforma para preparar a los individuos en la urgente lucha global contra el cambio climático, entendiendo que la producción de conocimiento está en el centro de la relación humana con la naturaleza.
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