En las últimas décadas se ha demostrado el protagonismo que tienen los océanos para la hacerle frente a la crisis climática, pero estos ecosistemas están compuestos por una diversidad de elementos que unidos, logran la efectividad de los servicios ecosistémicos para luchar contra el cambio climático. 

Uno de estos son los tiburones martillo. Esta especie que habita en aguas tropicales y subtropicales, es bastante común en zonas costeras y oceánicas, debido a la naturaleza de su reproducción, donde las crías nacen y habitan los primeros años de su vida en bahías y estuarios, mientras que los tiburones adultos realizan grandes migraciones en aguas oceánicas.

Al ser una especie que es afectada principalmente por los impactos humanos, su sostenibilidad depende del mantenimiento de ecosistemas saludables y buenas prácticas en el uso de los recursos naturales. 

Por esto, desde el 2018 se dio la creación del Santuario del Tiburón Martillo de Golfo Dulce, con el propósito de impulsar y proteger la reproducción de la especie. Pero mediante la conservación de esta, se han brindado beneficios para el desarrollo sostenible, herramienta clave para combatir el cambio climático. 

La protección de esta especie ha fortalecido las actividades socioeconómicas de la  economía azul, mediante la participación de las comunidades locales, el sector turístico y el sector privado, así no solo los tiburones están protegidos, sino el territorio costero también, incluyendo los manglares. Los manglares son potentes depósitos de “carbono azul”, capaces de fijar hasta 5 veces más carbono por superficie que los bosques terrestres y de mantener una barrera natural contra inundaciones y huracanes.

Por otra parte, los servicios ecosistémicos de la especie también benefician la salud de los corales, equilibran el carbono en los océanos y además regulan especies que depredan a los peces comerciales, apoyando así la seguridad alimentaria.