La acidificación de los océanos se ha convertido en una de las principales amenazas para la estabilidad de los ecosistemas marinos. La excesiva acumulación de dióxido de carbono reacciona en las aguas oceánicas y forma lo que se conoce como ácido carbónico generando serios cambios químicos en el mar.
Al funcionar como una especie de filtro para el planeta, los océanos son responsables de absorber más de un cuarto de las emisiones de dióxido de carbono. Sin embargo los excesivos niveles de CO2 en la atmosfera, producidos principalmente por las actividades humanas, no permiten al planeta asimilarlos. En el 2016 se alcanzó un nuevo récord histórico de emanación de CO2, registrando 403.3 partes por millón.
Este ritmo insostenible, provoca que las especies marinas no pueden tolerar los cambios. La situación es tan alarmante que según han indicado la comunidad internacional científica, aun sí el planeta lograra reducir sus emisiones tal y como lo indica el Acuerdo de París, esto podría no ser suficiente para detener la acidificación, convirtiéndose en uno de los problemas ambientales, económicos y sociales del siglo XXI.
Al pié del cañón contra la acidificación
No cruzado de brazos Costa Rica, vuelve a ser referente en la lucha por la protección del medio ambiente y se une junto a investigadores de 16 países, en una red de expertos internacionales con el propósito de estudiar la acidificación en el mar Caribe y aportar soluciones a las autoridades competentes del tema de los océanos. La red cuenta con el apoyo del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la cual desde el 2012 creó el Centro para luchar contra la acidificación de los océanos, ubicado en Mónaco.
En diciembre del 2015, en la ciudad de Concepción, Chile y un grupo de científicos de siete países latinoamericanos, incluyendo a Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, México, y Chile, establecieron oficialmente la Red Latinoamericana de Acidificación del Océano y así enfrentar la necesidad de integrar las actividades de los participantes latinoamericanos en la región a este organismo. Ahora, Costa Rica trabaja directamente en dos proyectos específicos através de 4 centros de investigación y una unidad académica de la Universidad de Costa Rica (UCR): el Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar), Centro de Investigación en Contaminación Ambiental (CICA), Centro de Investigación en Estructuras Microscópicas (Ciemic) y el Centro de Investigación en Ciencias Atómicas, Nucleares y Moleculares (Cicanum), así como la Escuela de Biología.
El proyecto RLA 7020 “Establecimiento de la red de observación para la acidificación de los océanos y su impacto en el florecimiento de algas tóxicas, usando técnicas isotópicas y nucleares”, arrancó hace cuatro años y ha contribuido a capacitar a sus países miembros, para exponer las principales causas y efectos de la acidificación oceánica que afectan los ecosistemas costeros y marinos del Caribe.
Por su parte, el proyecto 7022 “Fortalecimiento de la vigilancia y respuesta regional para entornos marinos y costeros sostenibles”, inicia el 2017 y se integra al 7020 con la idea de fortalecer las labores de monitoreo y vigilancia para la sostenibilidad de los ecosistemas marino costeros del Caribe. Este proyecto hará uso de los datos que genera el 7020 para elaborar productos de divulgación.
En busca de resultados contra las nocivas consecuencias de la acidificación
La acidificación perturba la fijación de carbonato de calcio en los esqueletos o armazones de conchas, trayendo consigo serios daños en arrecifes coralinos, caracoles o cualquier otro tipo de organismo que produzca alguna concha. Ya en el 2013 Costa Rica advertía sobre los aumentos en los niveles de acidificación y sus serios daños moluscos, erizos y estrellas de mar.
Por medio de estudios cronológicos, extracción de núcleos de corales de una especie particular, muestreado de quistes de microalgas entre otros, se espera inferir cómo fue la condición de pH y temperatura en tiempos pasados y así promover acciones encaminadas a disminuir el nivel de acidez de los océanos. La idea es generar resultados que puedan ser simplificados y compartidos tanto a la comunidad científica como a políticos, medios de comunicación y el público en general y así buscar más cooperación y acciones contundentes contra la acidificación. De no hacerlo se estima que para el 2050 los corales podrían desaparecer, poniendo en jaque la diversidad biológica.