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La huella ambiental que generamos a diario sigue pasando factura al medio ambiente a un ritmo incontrolable. Recientemente, la comunidad mundial se unió en un llamado a reducir drásticamente las emanaciones de dióxido de carbono ya que este en el 2016 alcanzó un nuevo récord histórico, registrando 403.3 partes por millón.

Los océanos funcionan como un filtro para el planeta y absorben más de una cuarta parte de las emisiones de dióxido de carbono, pero como la concentración de CO2 en la atmosfera está alcanzando niveles tan altos y anormales, los océanos están sufriendo cambios químicos serios e insostenibles, como el incremento en su acidificación.

Según expertos como el profesor, Ulf Riebesell, investigador del centro de estudio sobre el océano (GEOMAR), ubicado en Kiel, Alemania, el dióxido de carbono reacciona con el agua de mar y forma lo que se conoce ácido carbónico.  Entre más CO2 sea absorbido por el océano, más se acidifican y mayor será la disminución de el PH en el agua.

Este cambio químico en el océano tiene serias repercusiones para todos organismos marinos, pero en especial, para aquellos organismos que forma alguna estructura de carbonato de calcio, como los corales, moluscos y el exoesqueleto de los crustáceos, modificando sus estructuras o repercutiendo en las disolución de las mismas.

Emanación de CO2 y Acidificación; un Círculo Vicioso

El aumento en la acidificación también deteriora la capacidad de los océanos para absorber el mismo. Al cambiar la química de aguas profundas por la captación de CO2, mucho del ácido carbónico, termina derivando nuevamente en CO2, que sube a aguas superficiales y escapa a la atmósfera incrementando aún más estos niveles. Al quedar más CO2, aumenta la temperatura global y se acelera el efecto invernadero, generando estragos en el medio ambiente.

Acidificación amenaza ecosistemas marinos

Crustáceos y animales con concha amenazados por acidificación.

Costa Rica había Advertido de Consecuencias de Acidificación en Océanos

En el 2013, la bióloga marina de la Universidad de Costa Rica, Celeste Sánchez-Noguera, advertía como los niveles de acidificación estaban aumentando drásticamente trayendo consigo serios daños en arrecifes coralinos, caracoles o cualquier otro tipo de organismo que produzca alguna concha. Para ese entonces, según sus estimaciones y los resultados de los estudios realizados por el Programa Internacional Biosfera-Geosfera en conjunto con la Unesco y el Comité Científico de Investigaciones Oceánicas, la acidez de los océanos aumentaría en un 170% en el próximo siglo.

A ese ritmo para el 2050, los corales podrían desaparecer, poniendo en jaque la diversidad biológica y todas las cadenas tróficas que se desarrollan en los arrecifes. Lo más alarmante según los resultados que expusieron hace más de 5 años, es que Costa Rica tiene un caso particular, ya que de manera natural se presenta un proceso de acidificación cada año, conocido como afloramiento. Este fenómeno se produce en época, cuando todos los vientos alisios vienen del caribe. Estas son aguas que vienen con un nivel de acidez muy alto.

Un valor en la escala de acidez normal, en un mar no contaminado es de 8.2 de pH. Aunque no parezca mucho desde la revolución industrial este pH, cayó al 8,1, nivel suficiente para generar los daños expuestos anteriormente. Pero en el caso del afloramiento se han tenido valores aun más bajos alcanzando incluso los 7.9 en esa misma escala.

Esto es alarmante ya que al igual que muchos de los efectos de nuestra huella ambiental, los cambios en la química del océano están ocurriendo más rápido de lo que las especies marinas pueden tolerar, sin permitir su correcta adaptación. Incluso, Riebesell, al igual que otros científicos que participaron del informe BIOACID, advirtieron que aun si el planeta lograra reducir sus emisiones tal y como lo indica el Acuerdo de París de mantener el calentamiento global por debajo de 2 grados Celsius (3.6 grados Fahrenheit), esto podría no ser suficiente para detener la acidificación.

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